sábado, 24 de enero de 2009

Una mujer fuerte (Cuento relacionado con el sentimiento de pena).


Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo
no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Pena con pena y pena desayuno
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla
siempre a su dueño fiel, pero importuno

Cardos, penas me oponen su corona
Cardos, penas me azuzan sus leopardos
Y no me dejan bueno hueso alguno

No podrá con la pena mi persona,
circundada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!

Umbrío por la pena
Miguel Hernández,


El zumbido insistente del despertador marcó las 6 de la mañana. Alicia, con sus 56 años encima y la gripe que le había atacado desde el día anterior, entreabrió los ojos y miró entre penumbras y lagañas la lámpara que pendía del techo.

¡Carajo! ¡Otra vez la burra al trigo!. ¡Con lo mal que me siento creo que no me voy a levantar! Caviló mientras se volteaba y jalaba la cobija para cubrirse la cara.

No, mejor me levanto y me voy a la oficina para que el médico brujo me de algo que me haga sentir bien. Total, aquí no hay nadie ni para que arrimen un vaso de agua. ¡Malagradecidos! ¡Todos se largan y me dejan como perro apaleado! Después de que me hice cargo de todos cuando murieron mis papás. ¡Mamá, papá, cómo los extraño! ¿ por qué me dejaron?, que injusticia, tanto que los necesitaba, una niña, ¡porque era una niña aunque ya tenía 15 años! No debería tener la obligación de cuidar de una familia, pero claro, yo soy la más fuerte, mis hermanos nunca hubieran podido salir solos sin mi apoyo. ¡Y la tonta de Mabel con su estúpido marido! Maldito, hizo hasta lo imposible para que nos saliéramos de su casa. Mabel es la mayor, debería habernos cuidado, pero el roñoso nos corrió con sus estúpidas reglas ¿por qué iba yo a obedecerle? Total, no era mi papá, mi papá aunque siempre estuvo enfermo, nunca me regañó y me dejó hacer lo que quise. Por eso soy fuerte y rebelde, nunca me doblo y no le permito a nadie que se sienta por encima de mí! Por eso saqué a María, a Hugo y a Lupe de la casa de Mabel y me los llevé de regreso. ¡Qué bueno que nunca me casé! Sólo de pensar en soportar a un güey mandón y chocante que ni de mi familia es, y luego para que ponga el cuerno, no gracias así estoy bien.

¡Cómo me duele la cabeza, y las piernas y los brazos!. Creo que tengo fiebre ¿o no?, a lo mejor estoy muy tapada. Si, me voy a quedar a descansar….¡No!, ya me acordé que tengo que entregar los informes semanales y los babas de César y Mirna no van a poder. Par de inútiles, parece que no pueden hacer las cosas sin mi, aunque el licenciando se haga el desentendido, yo soy la que saco todo el trabajo, si yo falto no se entregan los informes y al Lic. le da un ataque. Si, mejor me voy, total, si llamo al médico y viene para recetarme, no va a haber nadie para que me ponga una inyección y además, así se van dar cuenta todos en la oficina de que yo, aunque enferma, siempre estoy al pie del cañón, ¡que vean la bola de inútiles lo que es ser responsable! Espero que el Lic. se compadezca y me mande de regreso, aunque lo dudo, nadie le importa y yo menos, debe de tener miedo de que le quite el puesto, por eso me ha estado insinuando que me jubile ¡maldito!, pues qué ¿no se da cuenta de que a mi me gusta mi trabajo?

¡Pobre de mi!, tanto que doy y la gente tan ingrata!. Mañana que vea a Lupe le voy a quitar el carro, total es mío y ni siquiera se asoma para llevarme, me voy atener que ir en el metro, porque la canija ya tiene como tres días que ni me habla para saber cómo estoy, y yo aquí con este dolor de cabeza que no me deja y ahora con la maldita gripe ¡mamá, papá, regresen conmigo o llévenme con ustedes, yo ya estoy cansada!, ¡por más que hago, a nadie le importo! ¿qué le pasa al mundo? ¿ya no existe la gente buena? ¡mamá, papá, cuídenme!

Alicia lloraba y moqueba secándose con la sábana. El despertador volvió a sonar. Eran las 6:10, se levantó y se metió al baño arrastrando los pies, hora de iniciar el día.

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